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MARTES SANTO
Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo del Amor
HIMNO AL CRISTO DEL AMOR
Soy el árbol de la Vida,
¡¡HE AQUÍ EL CRISTO DEL AMOR!!
- “Si a ti mismo te amas
No he venido a derogar
Su letra en piedra labré
¡¡HE AQUÍ EL CRISTO DEL AMOR!!
¿A qué esperas, valiente,
… Y cantar al mundo entero
¡¡En Justicia y en Derecho!!
Yo, a la tarde de tu vida,
¡¡HE AQUÍ EL CRISTO DEL AMOR!!
Antigua, Ilustre y Real Cofradía de la Santa Caridad
DEUS CHARITAS EST
Nos sentimos arropados con vuestra presencia para hacer llegar más lejos
nuestra plegaria en forma de responsos por aquellos que nos precedieron.
La Fe y la Caridad nos hacen detenernos con esperanza en Zocodover
delante del arco de la sangre y en nuestro querido Pradito del Carmen,
cementerio donde la Cofradía dio sepultura a "los cristianos que
perecieron en la lucha contra los moros y más tarde a los malhechores
muertos en suplicio", ahogados y pobres desamparados. Por todos ellos,
que fueron el objeto de la Cofradía en sus inicios,
mantenemos el recuerdo y la oración fúnebre pidiendo a Dios que
los tenga en su gloria.
Este año no podrá ser de la misma forma, no revisaremos ni
plancharemos los hábitos o comprobaremos si falta alguno de los guantes
verdes, ni nos lo pondremos con el sentimiento y voluntad de hacer una
buena obra, pero os invitamos a todos los cofrades y amigos de la
Cofradía a mantenernos fieles a nuestra tradición con el recuerdo y la
oración por todos aquellos y por todos los cofrades que han fallecido,
sobre todo, por los que hace muy poco tiempo los perdimos como
familiares y amigos pero que estoy seguro ya están en compañía del
Padre. FELIZ SEMANA SANTA.
RESPONSO
Ne recorderis peccata mea, Dómine, * dum
veneris judicare saeculum per ignem. Dirige, Dómine Deus meus, in
conspectu tuo viam mean * Dum
veneris judicare saeculum per ignem.
Requiem aeterna dona eis, Dómine; et lux perpetua
luceat eis. * Dum
veneris judicare saeculum per ignem
V/. A
porta ínferi
R/. Erue,
Dómine, ánimas eorum
V/. Requiescant
in pace
R/. Amén
V/. Dómine,
exáudi orationem meam
R/. Et
clamor meus ad te veniat
V/. Dóminus
vobiscum
R/. Et
cum spíritu tuo
Oremus: Absolve,
quaesumus, Dómine, ániman fámulis tuis ab omni víncolo delictórum: ut in
resurrectionis gloria, inter sanctos et electos tuos resuscitatus
respiret. Per
Christum D.N.
R/. Amén
V/. Requiem
eaternam dona eis, Dómine
R/. Et
lux perpetua luceat eis
V/. Requiescant
in pace
R/. Amén
V/. Anima
ejus et animae ómnium fidelium defunctorum, per misericordiam Dei,
requiescant in pace
R/. Amén
BENDICIÓN
FINAL
Sacerdos, versus ad populum, extendens manus, dicit:
V/. Dominus
vobiscum.
Populus respondet:
R/. Et
cum spiritu tuo.
Sacerdos benedicit populum, dicens:
V/. Benedicat
vos omnipotens Deus,
Populus respondet: R/. Amen.
Cofradía del Santísimo Cristo de los Ángeles
A todos los Hermanos Cofrades, devotos y
simpatizantes de El Cristo de los Ángeles Desde la aprobación de los Estatutos de la
Hermandad, en Noviembre de 2001, el martes santo, una vez concluido el
Vía Crucis en la Catedral Primada, en el que algunos de nosotros
participábamos activamente, junto con el resto de las Cofradías
Penitenciales de Toledo, nos desplazábamos a la sede, en el Convento de
las Religiosas Agustinas de la Inmaculada Concepción – Gaytanas, en la
plaza de San Vicente, para ultimar los preparativos de nuestra
Procesión; pero en esta Semana
Santa nada es igual. Señor Jesús, Cristo de los Ángeles, con
tristeza y lágrimas en los ojos, te rezan desconsoladas las
Hermanas Gaytanas, cuidadoras y Cofrades tuyas, porque tu preciosa
imagen permanece fija en su altar sin que nadie ofrezca sus manos para
deslizarte con suavidad y mimo antes de posarte en la carroza para que
las gentes de todos los lugares del mundo puedan contemplarte, admirarte
y bendecirte con su aplauso por las calles de un Toledo sublime. No aparecen las rampas metálicas en la escalera
de acceso al Convento, tanto los
andamios para bajar y subir al Cristo como la carroza siguen
aparcados en la Iglesia de San Bartolomé, el suelo del templo sin el
obligado acolchado de cartón para eludir desperfectos y los bancos de
madera permanecen en su sitio. En el recinto de la Iglesia,
ya no se vestirán los penitentes con su hábito y verdugo rojo
púrpura, escapulario blanco con el emblema bordado de San Agustín,
guantes blancos y cinturón negro y, por encima, la medalla con la imagen
del Cristo esperando,
después de recoger sus antorchas encendidas y rellenas de parafina,
el saludo cordial entre la Hermana Mayor, el Consiliario y las
Religiosas con los
representantes de la Junta de Cofradías, Ayuntamiento y Diputación. Cuando el silencio es mayor, el Consiliario
iniciaba una oración y se abrían definitivamente las puertas del
Convento, al son de tambores de una banda
que esperaba
ansiosa en la plaza, junto con un
gentío enorme y expectante, para observar fijamente
la imagen de su Cristo. El Cristo de los Ángeles,
aparenta, hoy, estar solo, en su
altar, esperando una sonrisa, una petición, un agradecimiento, una
muestra de fe, una promesa; pero
no es verdad. El Cristo de los Ángeles está más cercano que nunca a
sus hermanos cofrades, porque Él siempre está al lado de los que sufren,
con los que lloran, con los abrumados por tantas cosas como ahora
estamos todos, en una cuarentena llena de altibajos, de desolación, de
dolor y angustia, de esperanza en un final feliz,
un difícil estado, un desierto
que pasará como sucedió con la Resurrección y volveremos a disfrutar de
la alegría cristiana. El tiempo cuaresmal y la Semana Santa, donde el
triduo en honor del Cristo de los Ángeles ya no pudo realizarse,
carecen,
de alguna manera, de fecha,
porque ya antes del miércoles de ceniza y no sabemos hasta
cuando, muchos de nuestros Hermanos comenzaron, cual nazarenos y
cirineos, a llevar el peso de sus
familiares y enfermos hasta las puertas de urgencias, a soportar
interminables jornadas agotadoras en los hospitales, noches en vela para
conseguir medicinas y alimentos, a sobrellevar el cansancio del enorme
trabajo en supermercados y comercios; a esmerarse en dejar perfectas las
calles y edificios, sin restos de peligro; a ofrecer sus oraciones
nuestros sacerdotes exponiéndose con
delicadeza a todos quienes están necesitados de sus servicios; otros,
como buenos samaritanos, a ocuparse de los que presentan signos de
soledad y abandono o lloran mirando al cielo buscando un consuelo y el
resto confinados en sus hogares para conseguir que esta pandemia termine
cuanto antes. Sentiremos
la inquietud y angustia de no poder acompañar a nuestro Cristo
en esa Procesión tanto tiempo esperada, desgastarse los
costaleros y cofrades en
acercarle a todos los
rincones de la ciudad, de no
encontrarse en la Plaza de Zocodover con el Cristo de la Misericordia y
en la Plaza de San Vicente con el Santo Cristo del Amor,
de no escuchar ante Ti
las “Siete Palabras”,
comprometiendo nuestra vida para fijar una nueva ruta en el horizonte de
la Pascua, de sabernos y sentirnos peregrinos para llegar renovados a la
meta dejando cosas innecesarias en el camino. Siempre recordaremos esta Semana Santa porque no
pudimos ofrecer al mundo la preciosa y maravillosa imagen de El Cristo
de los Ángeles; pero ofrecimos nuestro sacrificio, nuestras penas y
oración para pedir a este Cristo, que está vivo, y a su Madre,
con insistencia y fe,
el cese definitivo de esta
pandemia, que tanto daño está ocasionando al mundo entero. La Hermana Mayor, María Ángeles Esteban Muñoz
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